De los animales más fantásticos de América
Samuel Bedrich
No sé si deba a La Fontaine, Borges, Arreola o Swift los primeros
trazos de este breve compendio, pero es claro que además de esas enseñanzas
teóricas, la práctica de mi vida por América Latina me ha enseñado que existen,
y son Los animales más fantásticos de
América.
Advierto a los lectores,
pues es probable que aquellos excesivamente imaginativos y perspicaces encuentren
en estas descripciones, características que podrían pasar por conductas racionales,
casi humanas. Ruego que sean consideradas meras coincidencias, pues hasta hoy,
no existe prueba de que estas especies escapen del bestiario zoológico. Aclaro,
sin embargo, que lo más interesante de esta fauna no es sólo su reciente
descubrimiento, sino la influencia de la ciencia en su creación o adaptación: son,
para orgullo de nuestra América Latina, especies que muestran nuestros progresos
en la preservación de la biodiversidad y, adicionalmente, nuestra preocupación
por incrementarla.
Dejo pues en manos del
lector este documento, preparado con la intención de animar la investigación y
de motivar a nuestras nuevas generaciones para tomar el camino de la ciencia
que, sabemos nosotros y saben nuestros gobiernos, es vital para la consecución
de nuestras metas de largo plazo: con hazañas como estas, América Latina será un
ejemplo a seguir en el mundo.
1. Cuando guiar no es cosa
de hombres
Canis lupus consuasoris
El Instituto Nacional de Investigación sobre el Adiestramiento
Canino (INIAC) recibió hace unas semanas un premio internacional por su última
hibridación.
Como es sabido por los
lectores, el mamífero más cercano al ser humano es el can. No sólo conocemos la
existencia de gran cantidad de razas (los hay altos, bajitos, oscuros, claros,
orejones, de hocico largo o corto, sin pelo, e incluso más pelambrientos que el
Yeti), sino que se sabe que sus
orígenes se remontan a la luz de los tiempos y se entrelazan con los de la
especie humana: hay sabuesos del Asia como los hay del África o de América.
Parece, sin embargo, que los
más entrenados o fáciles de adiestrar, provienen de los países de Europa
occidental. La corona española, la república francesa, los reinos belga y
holandés, así como la nación alemana y la democracia suiza, son los que más
variedades han producido. ¿Cómo olvidar a los ovejeros alemán y belga, al
poodle francés, o al San Bernardo de las montañas?
El INIAC ha venido
perfeccionando estas especies desde principios de los años setenta, y si bien hubo
ejemplares en el Japón durante los años cincuenta -para apoyar la
reconstrucción- (casi todos de origen norteamericano, pero rápidamente
superados por los europeos), los mejores resultados provienen de los
experimentos llevados a cabo en África y América del Sur.
La especie que se ha
presentado es particularmente interesante por su habilidad adaptativa. Según el
señor Remy Villiers Schwartz, director de nuestro centro nacional, “si fuera un
auto, sería un Land Rover 4 x 4 pues su capacidad para recorrer cualquier camino
es excepcional. Puede estar tan fácilmente en los glaciares, como en la
espesura de la selva amazónica o en los lagos de origen volcánico de la
Patagonia”. A crítica expresa, Villiers
respondió que en efecto, a diferencia de cualquier Canis lupus, el consuasoris
requiere de alimentos especiales pero, “éstos no son particularmente difíciles
de conseguir, aunque su costo es relativamente elevado, pero ningún profesional
recomienda que los animales con pedigrí coman cualquier cosa, pues una enfermedad
estomacal termina por costar más al dueño, por tener un animal improductivo.”
Mencionó también que a pesar
de su alta capacidad asociativa (parece que se entiende con casi cualquier tipo
de ganado, patrones y vecinos), prefiere dormir en áreas separadas, donde pueda
reposar a conciencia sus dieciséis horas de trabajo diario. Recomendó cargar
siempre con una jaula especial para su descanso o, en su defecto, prepararle un
sitio cómodo y separado; aunque se divierte mucho observando fauna local, es
preferible que por las noches se le aísle de ella, para evitar posibles
contagios.
A diferencia de otros de su
especie, el consuasoris sí ladra con
fuerza. Sea un proceso de cacería, visita a un sitio poblado, expedición con
acampe o acompañamiento de inspección, el sabueso suele husmear por todos lados
y advertir sobre los peligros presentidos o sorpresas halladas: tantos años de
práctica lo han hecho perfeccionista y un observador minucioso. Su propietario
puede sentirse feliz de saber que no dejará detalle sin señalar.
Durante la presentación, uno
de los asistentes (al parecer un invitado no deseado) se alzó de su asiento y
mencionó que en su experiencia, lo anterior era: “parcialmente cierto, pues no
todos los Canis lupus tienen el mismo
adiestramiento, -e incluso- me atrevo a decir que tienen un pésimo control de
calidad y he notado que señalan las cosas, pero son incapaces de poner patas a
la obra.”
Al ser escoltado por los
guardias del sitio hacia la salida, el mismo personaje contó la historia de su can,
que había guiado a su rebaño hasta la cumbre, pero que se había mostrado
completamente incapaz de hacerlos descender y como consecuencia, concluyó entre
empujones al salir, había perdido la mitad de su empresa ganadera.
El ponente, tras esta
incómoda situación dejó el tema de lado y abordó entonces la habilidad del
canino para comunicarse pues, acotó, es capaz de entender no sólo tres o cuatro
idiomas, sino que además es impresionantemente rápido para comprender nuevas
lenguas e incluso, aún sin dominarlas a profundidad, descifrar el pensamiento y
actuar en consecuencia: “una maravilla de interpretación y visión de largo
plazo”, resumió.
Uno de los asistentes
preguntó si en verdad se creía que la especie era realmente apta, pues parecía
que en cualquier momento podría rebelarse y poner en riesgo a su amo… El señor
de Villiers dio por terminada la reunión de manera ciertamente abrupta: “Nadie nos
comprende, si sólo queremos cooperar”
El Canis lupus consuasoris puede conseguirse contactando directamente
al INIAC.
2. Si se trata de ayudar
Macaca adiutatum ludens
sudamericans
Si la oveja Dolly hizo historia al ser presentada como la primera en
haber sido clonada, el macaco sudamericano hará historia por la influencia que
tendrá entre los homínidos de su especie.
Si bien existen al menos
tres centros de investigación que exigen el reconocimiento de su autoría,
ninguno ha sido capaz de presentar documentos probatorios. Un laboratorio
mexicano comenzó algunas pruebas en el 85, pero se sabe de ejercicios en el
campo de la arqueología a finales de los años setenta, en Centroamérica. Los
peruanos, por su parte, insisten que apareció después del terremoto de Huaraz (el
que ocasionó el tremendo deslave de Yungay), aunque sus críticos alegan que la
zona es demasiado alta para un mono de éstas características.
El emérito estudioso de las
Especies de Comportamiento Socialmente Impredecible, Esteban Durán, del Centro
Internacional de Investigaciones de la Selva Central, ha planteado la
posibilidad de que este macaco se hubiese propagado por descuido, debido a las
laxas políticas de los años setenta, que olvidaban poner especial atención en
el transporte e intercambio de experimentos financiados por la CEPAL y el FMI.
Para él, “es posible que
esta especie se haya desarrollado de modo independiente en varias zonas, pero
en la medida que fue abriendo su ámbito de influencia gracias a los convenios
de protección de especies raras, terminó por mostrar características
estandarizadas con mínimas adaptaciones imperceptibles. Sea lo que sea, este
homínido se ha extendido por todo el continente, y recientes hallazgos muestran
que en África y Europa del Este han ocurrido procesos similares.
El ludens sudamericans es particularmente servicial y capaz de viajar
largos tramos para acudir en ayuda de los de su especie. Cuenta el investigador
José Gálvez que en temporadas de hambrunas o fenómenos climatológicos, el
macaco presta sus servicios sin exigir nada a cambio, en una especie de conducta
solidaria.
No obstante, las
observaciones recientes han permitido descubrir que en la medida en que se
incrementa su aceptación en el grupo hospedero, el recién llegado toma posiciones
de macho secundario, haciendo de lado a los machos juveniles locales y cortejando
a las hembras jóvenes.
Su inteligencia ha sido
particularmente analizada: se ha notado que a sabiendas de su condición de
extraño, evita el enfrentamiento con el líder de la manada y por el contrario, le
alcanza, a él y a algunas crías, frutos y otros alimentos, además de desdeñar a
la hembra principal. Se le ha visto incluso entreteniendo a los pequeños, con
lo que suele ganar la confianza del cabecilla y ocupar así un lugar cercano a
él.
Gálvez ha mencionado que han solicitado la
ayuda de un grupo de estudiantes de una universidad europea para establecer un
programa de monitoreo más ambicioso: ello les permitirá analizar con detalle a
estos animales. “Ya con la ayuda de cámaras de visión nocturna y sensores que
hemos puesto a los macacos, hemos logrado establecer algunos de los
comportamientos más frecuentes”, dice.
“Nos interesa mucho saber -sigue
el investigador- por qué la mayoría de los juveniles no parece interesada en permanecer
en el nuevo grupo”. Y es que, salvo casos sui
géneris, en que algunos eligen a una pareja y se quedan una temporada mayor,
casi siempre terminan por volver a su manada. Es probable que los nuevos
estudiantes puedan completar este cuadro con sus observaciones.
Finalmente, Gálvez, con el
humor que le caracteriza, dijo que sentía una analogía entre sus observaciones y la vida real:
“Recuerdo cuando tenía unos ocho años y compré un poster que mostraba a un
chimpancé vestido como tenista, que reía mientras miraba a la cámara. En el
fondo, decenas de pelotas de tenis yacían en el suelo a un lado de la red, y debajo
del mono, que portaba una gran raqueta, un texto decía: ‘no gano, pero cómo me
divierto’. A veces pienso que este Macaca
adiutatum ludens sudamericans tiene reacciones muy humanas.”
3. Grandes dudas, grandes
descubrimientos
Elephantini albus
Si hasta ahora las especies presentadas han parecido originales
creaciones derivadas de las condiciones particulares de nuestro continente, la
especie que presentamos a continuación es aún más impresionante.
Distinguir la realidad de la
ficción no es sencillo, máxime cuando las especies invaden áreas que jamás
habían sido suyas, y ningún centro de investigación, laboratorio universitario,
compañía farmacéutica o genética, reclama la paternidad: el elephantini albus no tiene padres
claramente identificados, y no se han encontrado especimenes de adultos mayores,
sino juveniles de entre uno y cinco años
de edad.
Algunos lectores se
sorprenderán de lo que parece la conjetura sobre la existencia de un ser del
que se ignora el proceso reproductivo y el origen, pero no es un ardid, sino
falta de información: ha sido comprobada la existencia de este animal (en el
continente americano, y en el África). El hecho de que se ignoren algunos de
sus rasgos, no lo hace inexistente: equivaldría a negar la presencia del delfín
del río Yang Tsé, cuya vida nos es tan poco conocida. El nuestro no es el
Unicornio, el monstruo del lago Ness, o el abominable hombre de las nieves, sino
un ser con estructura corporal y forma, por no decir carne y hueso, una bestia
que ha mostrado un poder de adaptación impresionante.
Algunos científicos suponen
que su superviviencia y multiplicación se debe al cambio climático, pues se
sorprenden de hallarlo en las montañas andinas, a más de tres mil metros de altura
sobre el nivel del mar, o en sitios inhóspitos y de poca accesibilidad; otro
grupo de investigadores sostiene que, aunque tiene una relación interesante con
los fenómenos meteorológicos (huracanes, terremotos, sequías, niños, niñas,
etc.), también se ha mostrado en áreas con condiciones sociales complejas como
la llamada “pobreza extrema”.
La teoría más avanzada es la
del Comité de Estudios Sobre el Elefante Blanco Americano (CESEBA) quien
presume que fue traído del extranjero, suponiendo que podría contribuir a
satisfacer las necesidades de los pobladores de bajos recursos, pues tendrían
la opción de usarlo como bestia de carga, atracción turística, e incluso como
alimento. Aunque esta idea es plausible,
no existen registros de su importación, aún cuando se ha analizado a conciencia
toda la historia de América, yendo inclusive hasta el estudio escrupuloso de
los viajes de Darwin y Humboldt. Hace poco alguien argumentó que la
investigación estaba partiendo de líneas erradas.
Los que le han visto,
insisten que es dócil, adaptable y que, aunque domarlo parece una actividad
infantil, es bastante voluntarioso. Se han documentado casos de Elephantini albus agonizantes que al
emitir grandes bramidos consiguen hacer que las autoridades locales se preocupen
por su supervivencia (y he ahí a los alcaldes, regidores e incluso empresarios
locales intentando resucitarlos, casi siempre con resultados infructuosos),
pero casi invariablemente, a pesar de todo, fenecen.
En todo caso, se han descubierto
animales de esta especie en zonas selváticas, de alta montaña, valles
interandinos, quebradas y bosques secos, áreas naturales protegidas (este
último aspecto ha generado una gran controversia, pues finalmente constituye
una especie invasora, pero por otro lado se convierte en un atractivo
especial), e incluso zonas semi-urbanas (sobre todo en las llamados conos, favelas, vecindades, regiones), lo que ha llevado a los científicos a
reflexionar si estos animales ignotos no representan un peligro para el
desarrollo de las diferentes áreas. Hubo incluso un presidente latinoamericano
que intentó regular su entrada y actividades en el país, pero le fue imposible,
pues si se ignora su origen, ¿cómo controlar su permanencia, llegada y alimentación?
La última idea ha sido establecer
un grupo interamericano de alto nivel que, con ayuda de la cooperación
internacional, intenta hallar las condiciones para reproducir en laboratorio
este impresionante mamífero que tiene la inteligencia de camuflarse y tomar
forma del animal más representativo del sitio en que se encuentra (papagayo en
la selva, cóndor en los andes, camélido en la montaña y oso de anteojos en casi
toda el área sudamericana).
4. Recuperando nuestra
identidad
Pantera onca legis
La adaptación y reproducción de una especie en peligro de extinción
es siempre un reto. El Centro de Estudios de las Especies en Peligro del Perú y
Sur de América (CEEPASA), clama haber conseguido la reproducción de un felino
de muy difícil propagación.
El Otorongo, también
conocido como jaguar en países de Centro y Norteamérica, se localiza en una
amplia zona geográfica: desde los desiertos mexicanos hasta el norte argentino.
Su valor cultural es reconocido desde la época prehispánica, pues sus habilidades
de independencia, cacería y la de estar en pareja sólo en época de procreación,
lo hacen único.
El doctor Huamani, del
CEEPASA, fue interrogado cómo era que teniendo hábitos tan silvestres, se
hubiese logrado la procreación y adaptación en cautiverio urbano de estos
animales. Él respondió que en realidad esos ideales de gran cazador independiente
forman parte del imaginario colectivo prehispánico, pues, explicó: “si en
realidad hubiera sido tan inteligente y fuerte como se dice, no estaría en
peligro de extinción”.
Conjeturó también que así
como existe el otorongo de manchas (Pantera
onca) y el negro (también Pantera onca, pero con melanismo –exceso
de pigmentación oscura-), es posible que el felino tenga una conducta urbana y
otra silvestre, pues prueba de ello es que en el Parque de las leyendas (el
zoológico de Lima) “hay más de tres animales y nunca se les ha descubierto
cazando en la jaula de los tapires o de los armadillos”.
“En realidad –explicó- la
variedad que hemos estudiado es la Pantera
onca legis, que se adapta a los largos horarios de tranquilidad necesarios
en las sesiones de la cámara… (de observación), realizando actividades de
dormitación y, en casos de actividad alimenticia, llevando dietas de altos
contenidos nutritivos que, es cierto, resultan caros al erario, pero son por el
bien de nuestra comunidad. Aunque debo hacer de su conocimiento que tenemos un
grupo que sí realiza ejercicio con frecuencia: es un conjunto que cuando se
trata de cambiar posiciones dentro del recinto, es capaz de saltar grupos de
bancos –bancadas, les llamamos- hasta encontrar el sitio en que les es más
fácil recibir el alimento”
“Al final –continuó-,
preferimos tener unos otorongos que duerman rico, coman bien e hinquen el
diente como ninguno, pero que estén en espacios controlados para así evitar la
oposición y la lucha agresiva por los territorios que se daría si hubiésemos
reproducido la variedad silvestre. Dicho de otro modo, más vale tenerlos bien
domesticados, en el recinto legalmente constituido, que merodeando por el
campo.”
Según las declaraciones del
doctor Huamani, se tiene planeado hacer un trabajo similar con la rata urbana (Rattus rattus), que ha comenzado a
ocupar cada vez más espacios en la ciudad. Se dice que se les ha visto salir de
las alcantarillas y que prefieren ubicarse en los edificios de las
magistraturas y cortes de justicia, pero no exclusivamente: en años recientes
se les ha visto en el aeropuerto internacional, tratando de abordar aviones, e
incluso se les ha visto ocupando los recintos de algunos otorongos.
Precisamente esta situación es la que ha hecho presumir que también se puede
hacer un manejo con esta especie.
Lima, 2007