Wednesday, May 14, 2008

Todo por un perejil

Hay un tema del que siempre he querido hacer un cuento pero no he encontrado el modo. Si a alguien se le ocurre un estructura o decide intentarlo completo, ahí va el asunto:

Sucede en la vida corriente, hay una pareja que tiene una relación de esas cachondísimas al principio, pero que se ve obligada a separarse y uno de ellos termina en Monterrey (advierto: cualquier parecido con la realidad, tú lo encontraste, no yo).

El asunto es que a pesar de la distancia han hecho planes para estar juntos en el futuro y piensan hasta en arrejuntarse definitivamente. En algún momento se da la oportunidad de que se encuentren un fin de semana en esta norteña ciudad y durante dos días y sus noches se aman hasta más no poder; construyen castillos, deciden no sólo la raza, sino el color de la casa del perro, planean las vacaciones del año 2030 y definen hasta el veneno que tomarán cuando tengan 90 años y se muera el otro.

Pero he ahí que la tercera noche, la previa a la partida temporal, van a comer unos deliciosos tacos de arrachera y cuando vuelven al departamento, ella tiene incrustado entre los dientes un fenomenal pedazo de perejil y él, perfeccionista compulsivo, se da cuenta que la belleza de mujer de los grandes pechos, amplias caderas y ojos encantadores, ha perdido su atractivo mayor: la boca sensual.